Los demócratas se despiertan y atacan el fallo de seguridad de Trump en el `Signalgate, pero apoyan el bombardeo que provocó muertos civiles en Yemen
Yemen, un año bajo las bombas de la Administración Biden y la de su sucesor en la Casa Blanca
Utilizar un servicio comercial de mensajería encriptado como Signal para planificar entre los altos cargos de la Administración Trump un ataque puntual contra un país extranjero es normal porque aparentemente, según fuentes de la Casa Blanca, citadas por el autorizado portal Axios, los teléfonos gubernamentales encriptados en los que se suele examinar información clasificada -secreta-, los llamados Puma phones, ofrecen pobre recepción y adolecen de problemas técnicos que hacen más fácil utilizar un dispositivo personal. Como Signal.
Eso sí, haber incluido el teléfono de un periodista y, para más inri, de un hombre considerado como “enemigo” de Trump -Jeffrey Goldberg, redactor jefe de The Atlantic- ha sido un “serio error”, según ha declarado el secretario de Estado, Marco Rubio.
¡Hasta ahí podíamos llegar!
El partido Demócrata, todavía convaleciente por la derrota electoral, ha visto en el Signalgate -evidente autovulneración de todas las normas de seguridad de los altos cargos de la Administración Trump, incluyendo al vicepresidente, James David Vance, una personalidad considerada todavía más peligrosa que el presidente- la primera gran vía de agua para lanzar un ataque parlamentario y mediático en toda regla.
Pero, como ha señalado Rashida Tlaib, congresista demócrata palestino-norteamericana por Michigan, cuando se vieron las consecuencias del primer ataque a Yemen, el 15 de marzo pasado, como la muerte de 53 personas, incluyendo a 30 civiles, y del segundo, con la destrucción de las nuevas instalaciones de lucha contra el cáncer, Hospital Oncológico de Al-Rasool Al-Azam, con 2 civiles muertos y 13 heridos, nadie levantó la voz.
Solo cuando afloró el Signalgate, a la luz de las revelaciones del redactor jefe de Atlantic, el pasado domingo, los demócratas pusieron a Yemen en el mapa. Pero no por el ataque a la población y al hospital sino por la frivolidad temeraria de planificar el bombardeo en una red comercial y, además, incluir en el chat el teléfono móvil de un periodista.
Es que entre estos ataques ordenados por el hombre que quiere ganar el próximo Nobel de la Paz, Donald Trump, – fue su propuesta de bombardear Yemen la que se aprobó en Signal, según dejó constancia el secretario de Defensa Pete Hegseth- y los que empezó su predecesor, Joe Biden, Yemen ya lleva un año bajo las bombas de Estados Unidos.
El régimen de los hutíes, quienes gobiernan Yemen, un país situado en la suroeste de la Península Arábiga, empezó a disparar misiles hacia Israel y a atacar barcos en las costas de Yemen sobre el Mar Rojo en solidaridad con los palestinos y con el objetivo de facilitar la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Durante la vigencia del alto el fuego, Yemen dejó de atacar.
No solo cesaron los ataques sino que los hutíes dejaron en libertad a tripulantes que habían hecho prisioneros y se comprometieron a no atacar a barcos de Israel, como parte del alto el fuego.
En 2025 no se registraron ataques a barcos por parte de los hutíes, quienes anunciaron que volverían a hacerlo al romper unilateralmente el alto el fuego el gobierno de Netanyahu.
Fueron precisamente los ataques de Estados Unidos a partir del 15 de marzo pasado los que provocaron una respuesta de Yemen estos días.
El chat en Signal, precisamente, ofrece una pista interesante sobre el carácter absurdo y gratuito de los ataques iniciados por la Administración Trump el 15 de marzo.
El vicepresidente Vance, dijo: “Esto no va de los hutíes…Pienso que estamos cometiendo un error. 3 por ciento del comercio de EE.UU discurre por [el canal de] Suez y el 40% de Europa lo hace por allí. Odio rescatar a los europeos otra vez. No estoy seguro de que el presidente [Trump] está al corriente de cuan inconsistente es esto con el mensaje a Europa ahora mismo. Hay un argumento fuerte para retrasarlo un mes, haciendo el trabajo de explicar por qué esto importa, viendo cómo está la economía”.
La posición contraria de un sector progresista del partido Demócrata, que encabeza Rachida Tlaib, al respaldo de la larga guerra, unas veces más abierta y otras veces menos, de EE.UU contra Yemen, ya se expresó durante la Administración Biden.
Es muy pobable que Trump adopte medidas pasado cierto tiempo y corte cabezas, como la del secretario de Defensa, Hegseth, pero los efectos del Signalgate ya se están haciendo sentir.
Trump ha ordenado este jueves 27 de marzo retirar la candidatura de la halcona Elise Stefanik -la representante republicana que llevó adelante desde el Congreso la ofensiva contra los rectores de las universidades americanas por tolerar y estimular las movilizaciones de estudiantes contra la guerra en Gaza- al puesto de embajadora de EE.UU ante Naciones Unidas.
“Hay otros que pueden hacer el trabajo en la ONU”, dijo Trump en su red social Truth.
“Es crucial para los republicanos defender cada uno de sus escaños en la Cámara de Representantes”.
Información publicada en El Periódico de Catalunya