La denuncia de “injerencias externas” al Poder Judicial, una compensación de la presidenta del Supremo y CGPJ a los conservadores que la han propuesto
"Yo y mi circunstancia" se puede titular el discurso de la flamante presidenta que consagró al feminismo gran parte de su alocución, escrita deprisa y corriendo tras su inesperada designación.
Isabel Perelló Domènech decide descartar el discurso preparado por los servicios del Supremo y CGPJ para la apertura de los tribunales y opta por un texto breve de apenas quince minutos donde destaca el nombramiento de una mujer para el cargo y apuesta por el feminismo, contra los casi cuarenta y cinco minutos habituales que suelen dedicarse en los discursos de presidencia a la memoria de actividades.
La flamante presidenta del Tribunal Supremo, Isabel Perelló Domènech optó por redactar por su cuenta su discurso inaugural después de intentar colocar algunos párrafos en el largo discurso preparado por los servicios del Tribunal Supremo y el CGPJ -elaborado para el futuro presidente o presidenta sin saber quién iba a serlo- sobre la actividad del año 2023-2024.
Se decantó, pues, por una alocución breve -y así se lo hizo comunicar al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, para que dispusiera de la “mayor cuota de pantalla”- que podría titularse a modo orteguiano yo y mi circunstancia.
Es decir: la elección de una mujer como triunfo de todas las magistradas del Tribunal Supremo y un tributo de “reconocimiento y agradecimiento a todas las mujeres de nuestro país que a lo largo de la historia han luchado por la defensa del derecho a la igualdad y por acabar con de la inmerecida invisibilidad a la que se han vistos sometidas las mujeres en los distintos ámbitos de la vida profesional y social”.
Dejó constancia de las consecuencias negativas del bloqueo a la renovación durante estos años y pagó un precio a la derecha conservadora que la aupó -fue iniciativa suya respaldada por los dos vocales de Sumar en el CGPJ, como último recurso para cargarse a la magistrada Pilar Teso por provenir de un pacto entre el Gobierno y el Partido Popular- al hacer varias exhortaciones relacionadas con la situación política y los jueces en España.
La página web del CGPJ, precisamente, tituló su discurso así: “La presidenta del TS y del CGPJ hace un llamamiento a las fuerzas políticas y poderes del Estado a `respetar el trabajo del Poder Judicial´”.
Y acto seguido al presentar sus puntos principales apunta: “Isabel Perelló señala en el acto de apertura del año Judicial la necesidad de `evitar ataques injustificados´ que pueden `socavar la legitimidad y la reputación´ del Poder Judicial. Destaca que los jueces han seguido trabajando `con total entrega en la aplicación de la ley frente a cualquiera y en cualquier circunstancia´ ”.
Solo en tercer término acoge la nota de prensa en su introducción el carácter feminista del discurso: “La presidenta del TS señala que el nombramiento de una mujer es un paso más en el reconocimiento de la importante labor de las mujeres en la Administración de Justicia, pero recuerda que aún `queda mucho camino por recorrer´ ”.
El tema del feminismo – Perelló recordó que cuando ella nació, en 1958, “las mujeres no podían acceder a la carrera judicial”- viene a cuento porque en las negociaciones entre el grupo de vocales progresistas y el de los conservadores, durante el mes agosto, los primeros esgrimieron que debía ser una mujer, lo que formaba parte de la sección, por así decir, no revelada del pacto Bolaños-González Pons de finales de junio.
Los vocales conservadores señalaron que no estaban de acuerdo en limitar la elección a que fuese necesariamente una mujer.
El 22 de agosto pasado entró en vigor la ley de paridad (60/40%), lo que llevó al sector progresista a insistir en que la elección para la presidencia no podía vulnerarla. Porque si bien el número de los vocales respeta esa paridad (12 vocales hombres, 8 mujeres), si se optaba por elegir a un hombre para la presidencia, dicha relación se alteraba y por tanto no cumplía la ley.
Y ello tendría gran repercusión pública habida cuenta de que se trataba de la primera gran institución que incumpliría la decisión de los legisladores. Los conservadores se opusieron con una explicación “técnica”, según la cual la paridad debía aplicarse al número de vocales y no a la presidencia, que era “única”. Los progresistas rechazaron el razonamiento. Nadie entendería este argumento. Porque quien ejerza la presidencia se incorpora como vocal y posee no solo un voto, sino, además, voto de calidad en caso de empate en las votaciones. Por otra parte, los 3/5 que exige la ley para formar la mayoría se calcula sobre 21 vocales y no 20.
Por tanto, el alegato feminista de Isabel Perelló Domènech proyecta un mensaje a toda la sociedad sobre el avance de la causa feminista con su nombramiento.
También acogió Perelló, el tema de la división de poderes -una división que la derecha solo ve en un sentido, esto es, del Poder Ejecutivo o Legislativo en el Poder Judicial, nunca al revés- quien aseveró que “ningún poder del Estado puede dar indicaciones ni instrucciones a los jueces y magistrados”. Sobre cómo han de interpretar y aplicar el ordenamiento jurídico, ha señalado “la importancia de salvaguardar la independencia judicial frente a posibles injerencias externas” y ha exhortado a la “necesidad de evitar ataques injustificados, que pueden llegar a socavar la legitimidad y la reputación de la Administración de Justicia o de sus integrantes”.
Un travelling de las cámaras por la gran cantidad de magistrados reunidos permitió advertir la gravedad en los rostros, parecía que el Tribunal Supremo ya no es lo que siempre fue; los gestos traslucían cierta desazón mezclada con desdén. Algo así como una expresión que exclamaba: ¿Pero cómo es posible que hayamos llegado a este escenario tan inverosímil?
Allí en la Sala de Plenos del Supremo -allí donde se celebró el célebre juicio del procés estaba este jueves un Carlos Lesmes con gesto adusto.
Él volvió a la Sala Tercera de lo Contencioso- Administrativo tras dimitir como presidente del Supremo y CGPJ en octubre de 2022, y durante nueve ejercicios le tocó hacer el discurso de apertura de tribunales.
Lesmes siempre sostuvo que su propia especialidad -la contencioso-administrativa- es la más relevante sino casi la única, aparte de la laboral o social. Según dijo en el verano de 2013, es la West Point del derecho, nombre de la academia militar de Estados Unidos fundada en 1802, es decir la más selecta del Supremo. Y una de las tres magistradas que le habían atacado con el epíteto de “sexista” estaba allí, delante suyo en su expuesto dando rienda suelta al feminismo. Había sido en 2014, llevaba Lesmes unos meses, y Perelló junto con otras dos magistradas de la Sala Tercera - Margarita Robles y Celsa Picó- denunciaron en un escrito el “lenguaje sexista” de las cartas que solía dirigír a Lesmes a todos los magistrados.
Que ahora Isabel Perelló, a través de sigilosas gestiones de la ministra de Defensa, antigua magistrada de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, algún otro magistrado conservador desde el exterior del CGPJ y el magistrado conservador y vocal José Antonio Montero, lograsen los dos votos (Sumar) necesarios para reunir los 12 para acabar con Pilar Teso -la “candidata de Bolaños”, según la derecha- y encumbrar a una magistrada que no cumplía el requisito mínimo de ser candidata era una venganza del destino.
La comisión permanente presidida por Lesmes incluso había rechazado la petición de Margarita Robles de mantener su plaza en el Supremo al al solicitar una excedencia voluntaria para presentarse como candidata número 2 del PSOE por Madrid en las elecciones de junio de 2016. Robles recusó a Lesmes y recurrió la decisión, pero perdió la plaza.
Y ahora, ocho años más tarde, Margarita Robles volvía a través de Perelló a estar en plena forma detrás de los bastidores. Menos mal que si bien había acudido al Supremo cuando Perelló tomó posesión ante el Pleno, el día anterior, miércoles 4, la ministra de Defensa -que fue protagonista junto a Perelló de selfies, posados y declaraciones- no había vuelto este jueves 5 a la ceremonia del Supremo.
Los vocales conservadores -influenciados por la mayoría de la APM- reflejan un clamor de sus afiliados: qué hay de lo mío.
Jueces y magistrados con sus carreras truncadas -se les ha pasado el arroz- ha sido una de las graves consecuencias de la “guerra de los cinco años y medio” -el bloqueo del PP desde diciembre de 2018.
Los magistrados quieren optas por sus plazas en el Tribunal Supremo- caso de Manuel Almenar, expresidente de la APM, que fue vocal del CGPJ en la época de Margarita Robles y se quedado colgado de la brocha-, en los tribunales superiores de justicia y en las audiencias provinciales.
Son solo en la cúpula noventa y ocho nombramientos.
Pues eso, “qué hay de lo mío” es lo que ha propulsado la renovación.
Eso y la fecha límite del 5 de septiembre, el acto de apertura del año judicial con el rey. La vergüenza de mantener el bloqueo, vaya.
“Si no existíese ese deadline, seguiríamos sin presidenta”, dijo una fuente próxima al ministro de Justicia, Félix Bolaños.