El BCE contra el viraje a babor del Gobierno en el impuesto a la banca
Un informe de Francfort insinúa que el coste puede ser endosado a los clientes
Quizá sea adecuado introducir en la terminología política el lenguaje náutico. Babor y estribor definen los lados izquierdo y derecho de una embarcación… siempre que se tome como referencia la parte delantera o proa. Y así se les designa para evitar la confusión que transmiten las palabras izquierda y derecha, ya que significan uno u otro lado según el punto de vista del tripulante. El caso es que, hasta cierto punto, en políticas gubernamentales esa confusión entre izquierda y derecha, véase a Emmanuel Macron en Francia, después de su revés en las elecciones legislativas del 19 de junio de 2022, es una realidad. O sígase la política del socialdemócrata de Olaf Scholz en Alemania. Y también Pedro Sánchez con sus impuestos sobre los bancos y las compañías eléctricas.
Ahora el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado, en un informe del 2 de noviembre de pasado, que se opone al impuesto proyectado para la banca privada española, pendiente de debatir y aprobar. Según dicho informe, “el BCE espera que las entidades de crédito, de conformidad con las buenas prácticas internacionales, tengan en cuenta t reflejen en los precios de los préstamos todos los costes pertinentes, incluidas las consideraciones fiscales, cuando proceda".
Los medios de comunicación han presentado esta afirmación como un llamamiento a que los bancos privados endosen a sus depositantes y clientes la “factura” del impuesto. Esto, hábilmente, no lo dice el BCE. Pero al hablar de “costes” lo insinúa.
Ahora bien, ¿desde cuándo en España, como en cualquier país del mundo, un impuesto es un coste? Porque en caso de pérdidas, no se pagan. Ninguna empresa incluye los impuestos como costes.
El Gobierno de Pedro Sánchez ni siquiera ha explicado por qué esas medidas encajan en un plan de lucha contra la inflación. Se supone que con los 5.000 millones de euros (2023 y 2024) que espera recaudar se financiarían las iniciativas sociales. Pero no lo ha explicado así.
Las mismas tienen una cualidad más política que económica: ayudan a reparar las grietas del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos y asegurar el horizonte de celebrar elecciones en los primeros días febrero de 2024.
La campaña electoral de las generales, previstas para diciembre enero-febrero de 2024, ya ha comenzado porque la primera vuelta -descontando Castilla y León y Andalucía donde ha vencido el Partido Popular- se celebrará en mayo de 2023 con los comicios municipales y autonómicos.
Sánchez habla de beneficios extraordinarios -que “no caen del cielo”- en 2023 y 2024 por la subida de los tipos de interés. Pero es que en el caso de los bancos no solo no caen del cielo. Es que el Estado ha contribuido de una manera importante a esos beneficios, por ejemplo, en 2021.
Y por ello la cuenta de resultados del Banco de España revela cómo, siguiendo las instrucciones del BCE a raíz del Covid-19, ha pagado por los tipos de interés negativos de hasta el 1% a los bancos. El Banco de España les prestaba 100 euros y ellos debían devolver aproximadamente 99. Una ganancia para los bancos y una pérdida para el Banco de España, es decir para todos los españoles.
Porque los beneficios del Banco de España de ese año se han visto minorados en 2.863,10 millones de euros por ese efecto, reduciéndose a 1.875 millones. Para más inri, este regalo no fue acompañado de un mensaje de prudencia: oye, que no se distribuya como dividendo, que no se paguen bonus, mejor reforzar vuestra solvencia vía aumento de reservas. No.
Ese 1% es una cifra que traducida a lo que cada banco ha recibido revela toda su importancia. En el caso del Banco Santander, representa casi un 10% de su beneficio total; en Caixabank, si se quita el llamado efecto del fondo de comercio negativo o 'badwill' (lo que la jerga del BCE llama "ganga") de Bankia (4.300 millones), las “ayudas” representan el 60/70% del beneficio. En el Sabadell, la ganancia que le facilitó el Banco de España supuso el 58% del beneficio total. Los tipos de interés negativos redundaron, pues, según apuntamos, en una merma de los beneficios del Banco de España de 4.648 pérdidas a 1.785 millones. (ver cuadro abajo)
¿Por qué si el propósito es recaudar dinero en la banca, no sería adecuado citar a los banqueros para pedirles que, dadas las circunstancias sociales, devuelvan esos 2.863,10 millones que se les regaló en 2021?
Porque tanto en los libros del Banco de España como el de los bancos está todo individualizado. Es muy fácil. Y aunque también es fácil subir el tipo impositivo, convertirlo después un tipo efectivo, el que realmente pagan, es mucho más difícil. Lo importante es la recaudación efectiva. ¿Para qué sirve decir que van a pagar el 35% o el 40% si las deducciones fiscales y otros vericuetos o el uso de paraísos fiscales y el pretexto de la doble imposición permite a estos grandes conglomerados internacionales pagar mucho menos del que debería. Elevar el tipo impositivo tiene, por todo ello, más de medida estética que de eficacia. Es decir, consigue el titular. Y lo ha conseguido.
El caso de las compañías eléctricas es distinto. Se han estado están beneficiando con un cálculo del sistema de costes marginal que, al primar al precio de la energía más cara con incorporar el gas, incurren en un abuso, habida cuenta de que al dispararse el precio se han beneficiado algunas con costes muy bajos, como son las empresas eólicas o las fotovoltaicas.
Además, en ese campo, el Gobierno ya ha obtenido éxito con la excepción ibérica, cuya comunicación no ha sido eficaz. Y, paradójicamente, el mensaje más disperso es el que se refiere al combate contra la inflación.
Hay que decir que el BCE ha sido incapaz de adoptar medidas hasta hace algunas semanas y las que ha resuelto -subidas de tipos de interés- no tendrán efecto en una inflación de beneficios a la Keynes, que no de salarios. Pero el BCE aplicará una política monetaria que es una herramienta inútil para aplacar una subida temporal de los precios provocada no por una espiral precios-salarios sino por la ruptura de la cadena de abastecimiento y distribución provocada por la crisis del coronavirus primero y reforzada después por la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso.
Es un problema de oferta, no de demanda ¡estúpido!.
Con su reciente informe, el BCE se opone a que esa “donación” a los bancos privados, a costa de los contribuyentes españoles, se devuelva y quiere que sea “irrevocable”. Y, además, con la remuneración que se ha decidido para las reservas depositadas por la banca en el BCE (1,5%), la “ayuda” a los beneficios sería todavía más consistente.
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