Balaguer aspira al "consenso" con la derecha frente a la candidatura progresista exclusiva de Conde-Pumpido
La mayoría de los progresistas quiere una candidatura única sin contar con la minoría conservadora
Los magistrados María Luisa Balaguer y Cándido Conde-Pumpido, ambos del sector progresista, se perfilarán hoy -si no hay novedades de última hora- como las opciones para presidir el Tribunal Constitucional que se presentarán al Pleno convocado para este miércoles 11 de enero de 2022.
Este martes 10, sobre el mediodía, está citados los magistrados del grupo progresista -si se incluye a María Luisa Segoviano son 7- para acordar, internamente, la candidatura única de este sector. Cinco candidatos apoyan, incluyendo al candidato, con toda seguridad, la propuesta de Cándido Conde-Pumpido para presidir el TC los próximos tres años. Pero una magistrada de este sector, Maria Luisa Balaguer, quiere ser candidata a la presidencia por libre, y se desconoce la posición de la magistrada María Luisa Segoviano, elegida por unanimidad en el CGPJ a propuesta de los vocales conservadores.
En este contexto, el presidente caducado del TC, Pedro González-Trevijano, hizo ayer un largo discurso que desafió el protocolo y, a lo largo de trece folios, se convirtió en un mensaje estilo “rey en Nochebuena”, donde hay frases para todos los gustos siempre con una clara inclinación a estribor.
El ya expresidente insinuó el posible consenso entre el sector conservador y el progresista en un momento en el que el presidente en funciones, Ricardo Enríquez, ha convocado para este miércoles, día 11 de enero, un Pleno para elegir a los magistrados que ocuparán la presidencia y vicepresidencia.
Señaló González-Trevijano, al citar un auto del TC de 2006, que es lo normal que “un magistrado del Tribunal Constitucional haya sido designado precisamente por sus ideas y opiniones expresadas a través de los instrumentos habituales de difusión jurídica, que conforman su trayectoria profesional...”.
Y enfatizó: “Por esta misma razón, no comparto la falsaria dicotomía entre jueces “conservadores” y “progresistas”, así como las reclamaciones de imposibles unanimidades, por lo demás inexistentes en los demás ámbitos de la sociedad, y que no son nunca un fin en sí mismas. No hay tampoco sentencias parciales de la mayoría. Hay, sin más, sentencias, aunque todos anhelemos su mayor respaldo posible”.
González-Trevijano, precisamente, y su colega Enrique Arnaldo, han trabajado en los últimos meses para impedir que el sector progresista -llegado el momento de elegir presidente- consiga sacar adelante con sus exclusivos votos (6 o 7 si se incluye o no a la magistrada María Luisa Segoviano) a un candidato progresista sin necesidad de contar con los votos conservadores (4 o 5 si se incluye o no a Segoviano).
En esas gestiones ha coincidido la simpatía de la magistrada adscrita al sector progresista María Luisa Balaguer dispuesta a saltar a una presidencia apoyada en los cuatro o cinco votos conservadores y en el de ella misma, lo que dejaría, de concretarse, en 6 votos contra 5 al sector progresista.
Este grupo se orientaba ayer, según fuentes del tribunal consultadas por El Periódico de Catalunya, a nombrar un candidato único, en la perspectiva de prescindir de los magistrados conservadores a la hora de elegir al presidente.
Y esa es la candidatura del magistrado Cándido Conde-Pumpido.
Sería, pues, la primera presidencia progresista después de nueve años (desde 2013) y de siete meses de bloqueo deliberado (desde el 12 de junio de 2022) para frenar el cambio de mayoría.
El voto de la magistrada Segoviano, pues, es el que inclinará la balanza hacia uno u otro lado.
El presidente saliente, por tanto, no advierte ahora, según su discurso, una línea o una frontera entre conservadores y progresistas. Pero cuando hace declaraciones públicas sostiene otra cosa.
“Los juristas somos casi todos gente conservadora, porque el Derecho es una ciencia conservadora”, explicó al diario El País, a primeros de septiembre pasado. En todo caso, va en línea, como explicó Enrique López, juez en excedencia y Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, en el sentido de que “el PP tiene el apoyo de la mayoría de la carrera judicial”.
González-Trevijano hizo ayer un discurso de name dropping, lo que en inglés equivale a dejar caer todo el tiempo nombres propios.
La larga lista: Isaiah Berlin, Kelsen, Beethoven, Aristóteles, Virgilio Zapatero, Bergson Juan Genovés, Jorge de Esteban, Jefferson, Stravinsky Montesquieu, Häberle, Peces Barba, Manuel Aragón, Luis María Cazorla, Ulpiano, Carl Schmitt, Garcia Pelayo, Saavedra Fajardo, Fernando de los Ríos, Encarna Roca, Homero, Goethe, Jean Monnet, Cruz Villalón, Tennyson y Chesterton (y alusiones a Dante, Hegel o Nietzsche, Shakespeare, Montaigne)
Pero, más allá de la literatura, la música, la historia del derecho y la filosofía, sus mensajes fueron nítidos.
En relación con el asunto de qué son y que deben ser los magistrados del TC, señaló: “Tampoco es ocioso recordar, que el procedimiento de designación no implica un mecanismo de representación. El magistrado no representa a nadie. Ni al órgano por el que fue elegido, ni a la fuerza parlamentaria que impulsó su proposición. Está a solas con su conciencia y sólo de ella depende. La ausencia de espurios vínculos y su indeclinable independencia son exigencias de su legitimidad de origen y de ejercicio”.
Es lo que encaja con la opción de usar como recurso, para impedir la presidencia de Conde-Pumpido, a María Luisa Balaguer.
Defendió ayer González-Trevijano la “presunción de constitucionalidad” de la acción legislativa, pero festejó la admisión de las medidas cautelarísimas del Partido Popular para paralizar la legislación dirigida a desbloquear el TC.
Es decir: desechó la presunción de constitucionalidad resolviendo que una enmienda o disposición era "contra legem" antes de su aprobación.
El tono partidista de su alocución, pues, fue abierto, sin ambages, en lo que debía ser un mensaje institucional.
Si ya es inédito que un auto sobre medidas cautelarísimas -sin escuchar a las partes- tome partido sobre el fondo de un asunto a elucidar -la renovación por sextos es inconstitucional sostiene la resolución-, no resulta menos llamativo que ayer proclamase: “El motivo que nos congrega hoy aquí no es una despedida. Antes al contrario, celebramos una continuidad, en línea con su renovación por tercios, según mandata expresamente el artículo 159.3 de la Constitución”
Las matizaciones del expresidente sobre el consenso entre progresistas y conservadores remite al asunto que está cargado como pocas veces de incertidumbre en la elección para la presidencia.
Y eso es así por el tortuoso proceso que ha sufrido la elección de los dos magistrados del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el papel de María Luisa Segoviano en el camino.
El sector progresista la incluye, en septiembre pasado, en su primera lista de cinco magistrados junto con otro magistrado conservador, Rafael Fernández-Valverde, y otros tres considerados progresistas.
¿Por qué?
Querían poner en evidencia que el argumento utilizado por la derecha de que no existían magistrados en el Tribunal Supremo interesados en el cargo era falso.
Si ese motivo que dieron era real, cabe deducir, entonces, que María Luisa Segoviano se acostó la noche anterior a su designación, la del 26 al 27 de diciembre pasado, como una magistrada cercana al sector conservador y se levantó al día siguiente como próxima al sector progresista.
Los conservadores se equivocaron al pensar que el sector progresista rechazaría a Segoviano porque se habían empeñado en elegir al magistrado José Manuel Bandrés, quien, se suponía daría en el TC, en el momento de nombrar presidente, su respaldo a Conde-Pumpido.
Pero el sector progresista prefirió apoyar a Segoviano porque la posibilidad de prolongar el bloqueo del TC un año más hasta las elecciones generales -según se desprendía del auto de las cautelarísimas- era insostenible.
Con todo, según las fuentes del TC consultadas, el sector progresista descolocó a los conservadores en lo que podría ser considerada como "la primera derivada" sin haber resuelto la “segunda derivada”: garantizar, a través de Segoviano, la presidencia para Conde-Pumpido.
Por tanto, lo que hará María Luisa Segoviano solo ella lo sabe.
Y en eso consiste la incertidumbre.
Hoy en la reunión del grupo progresista, en el que cuentan con Segoviano se podrá avanzar hacia una decisión aunque el día D y la hora H tiene lugar mañana miércoles 11 a las 13:00 horas, cuando se proceda a la votación en el Pleno del TC.
Ella ha hablado de la scualidades necesarias para presidir como son capacidad para el consenso, dialogo y empatía.
Pero las pregunta del millón: ¿ha llegado al TC con una posición ya adoptada? ¿Ha propuesto su candidatura para el TC José María Macías, líder del sector conservador en el CGPJ, sin decirle que debe votar contra Conde-Pumpido como, según fuentes solventes, se lo dijo antes al magistrado Pablo Lucas, quien finalmente desistió de participar en la movida?
¿O es que no es necesario que se diga lo que uno mismo puede o tiene que intuir?
Continuará